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miércoles, 21 de septiembre de 2016

Reseña Otome — The men of Yoshiwara: Ohgiya

[Crítica originalmente publicada el 16 de Junio de 2016 en Inari nº18]



INFORMACIÓN GENERAL
Título: The men of Yoshiwara: Ohgiya
Compañía: Dogenzaka Lab
Idioma: Inglés
Plataforma: PC (disponible en Steam)
Datos extra: La serie de “The men of Yoshiwara” consta de dos juegos, ambos disponibles en Steam en inglés: “The men of Yoshiwara: Kikuya” y “The men of Yoshiwara: Ohgiya”. Ambos tienen lugar en el mismo universo pero no tienen continuidad el uno con el otro: se pueden jugar en el orden que sea. Por otro lado, se podría considerar un juego R-18 ya que, aunque no tenga imágenes pornográficas, trata temas sexuales y describe escenas de contenido erótico.



ARGUMENTO
En este juego viajaremos al Japón tradicional (sacad los kimonos) y nos meteremos en el papel de Kiyoha Somei, una chica de familia adinerada que sobre sus hombros recae el futuro de su apellido. Como hija única, su deber es hacerse cargo de su tienda de telas y, cómo no, traer un hijo al mundo para que la saga familiar prospere. O, más bien dicho, debe traer una hija al mundo: Kiyoha vive en una isla bastante aislada del resto de Japón, donde no nacen varones por culpa de una maldición. ¡Maldición que, por cierto, ni se molestan en contarte de dónde sale! Porque aquí hemos venido a acostarnos con señores, no a romper maleficios. 
La cosa está en que la isla, habitada por mujeres, tiene un barrio un tanto especial en el centro insular: el distrito del placer de Yoshiwara. Un lugar que ampara belleza y que duerme de día para deleitarnos con sus tentaciones al caer la noche. Un lugar donde las mujeres vienen buscando comprar algo que no pueden tener; tiempo a solas con hombres hermosos y vivir un sueño que solo Yoshiwara puede ofrecer. Vamos, hablando mal y pronto, el barrio de los burdeles. Y aquí está la gracia del juego: normalmente entenderíamos que las “Oiran” (que no “geishas”, echadle una visita a Wikipedia si os interesa el tema) eran mujeres. Pero en este juego le dan la vuelta de tuerca al tema y mientras que quienes gobiernan la isla son mujeres, los que ofrecen su cuerpo y sus artes en burdeles son los hombres. ¡El mundo al revés, damas y caballeros!
Volviendo a Kiyoha, su deber como futura cabeza de familia es tener descendencia y hacerse cargo del negocio familiar. Para eso, su madre la manda al distrito de Yoshiwara, lugar de casas de té y burdeles, donde el objetivo de nuestra seria y educada protagonista será el de acostarse con un varón que le haga un buen bombo. Obviamente, no todo es llegar y besar el santo (o, en este caso, acostarse con un maromo nada más pisar el lugar), y el mundo de la noche tiene muchas normas y rituales. En su primer día en Yoshiwara conocerá a los hombres de la casa de Ohgiya y, tras pasar una velada de cena y espectáculo con ellos (¡Sin malpensar, todavía no hay penes aquí!) se volverá a casa y deberá decidir con cuál se queda. En su segunda visita estará con el cortesano a su elección en la casa de té y no será hasta la tercera cita donde pasarán tiempo los dos a solas en la habitación de él. ¡Como la regla de la tercera cita del mundo real! ¿Habéis visto que gracia?
Si os pensabais que las normas de Yoshiwara terminaban ahí, siento deciros que no. Y es que ir de putas nunca había sido tan difícil: una vez escoges a un hombre, si llegáis a la tercera cita sin inconvenientes, pasaréis por un ritual de beber sake donde, básicamente, os estáis casando. Este matrimonio será solo válido dentro de las murallas de Yoshiwara (total, los cortesanos no pueden salir de ahí) pero aunque sea un enlace “de pega”, será real ahí dentro. ¿Qué significa esto? Pues que otra de las normas del distrito del placer es que las clientas deben ser monógamas al cortesano de su elección. ¡Sí, amigos, monogamia en los burdeles! ¡Este juego no dejará de sorprenderme!
Así que una vez Kiyoha conoce a los posibles candidatos a ser el futuro padre de sus hijos deberá escoger. Ella es consciente de que lo que le están vendiendo ahí es humo, que solo ha venido a quedarse embarazada y que todos aquellos hombres tan tentadores y encantadores solo están ahí para jugar con sus sentimientos y hacerla creer que la aman. Sin embargo; ¿quién ha dicho que un cortesano, alguien que dedica su vida a vender falsos sueños a las mujeres, no pueda enamorarse? Estamos aquí por el drama, y pronto veremos como la señorita Somei cae en una trampa muy peligrosa: enamorarse de alguien que no debería amar a una sola mujer. Pero, como dirían algunos, las reglas están para romperlas.

PERSONAJES Y RUTAS
Normalmente en esta parte de la reseña, antes de presentaros los chicos uno por uno, os los vendo como si fueran pedazos de carne. Y es que, a fin de cuentas, al jugar un otome y mirar sus chicos en realidad lo que hacemos es venir a ver la mercancía por si nos llevamos algo a casa. En esta ocasión haremos literalmente esto, puesto que hemos venido a comprar. Ni más ni menos. ¿Que luego nos enamoramos? ¡Eso ya es otro cantar! ¡Bienvenidos y bienvenidas a Ohgiya, palacio de los placeres, escoged el ikemen a su elección!


Takigawa: El cortesano más popular de Yoshiwara junto con Takao de Kikuya (es del otro juego; lo hacen para que compremos). Es el orgullo de Ohgiya. Al ser tan popular e increíblemente guapo, se lo tiene un tanto creído: es arrogante y seguro de sí mismo, aunque no por eso deja de ser educado y trata de forma igualitaria a los demás. Su pasado es un secreto, sin mencionar que es bastante trágico, y parte de este secreto es el motivo por el que fue tan popular en sus años como novato. Por otro lado, su prioridad es satisfaces a su pareja aunque una vez muestre sus verdaderos colores veremos que su orgullo se desvanece y es un romántico.


Gakuto: Otro competidor de Takigawa en lo que se refiere a popularidad, es otro de los orgullos de Ohgiya. Olvidaros del Vocaloid porque este Gakuto es harina de otro costal: es misterioso, robusto, muy seguro de sí mismo y hasta algo salvaje. Tiene un espíritu muy fuerte y es muy cabezota, aunque como cortesano es 10/10. También tiene un secreto, un poco chungo si os puedo ser sincera, y es la ruta más oscura de todas a mi parecer. Aunque en el fondo está deseando encontrar el amor, pero sus propias ambiciones y cabezonería se van a meter en el camino de su romance con la protagonista. ¡Mucho drama, venganzas y escenas de alcoba!


Asagiri: Cortesano de espíritu libre y salvaje que cree que las normas están para romperlas. Es el único personaje del juego que se fue a trabajar a Yoshiwara por voluntad propia, y es que le encantan las mujeres y complacerlas. Sus maneras son exquisitas, es increíblemente elegante y le gusta bailar e invadir el espacio personal de Kiyoha como excusa para hacerle subir los colores. Es un amante entregado, y os confieso ahora que en su ruta es donde más le dan al tema, aunque su espíritu de hombre indomable se pondrá en el camino en cuanto Kiyoha quiera iniciar un romance verdadero y monógamo con él. ¡Este chico es una aventura, amigos!


Utsusemi: Uno de los cortesanos más jóvenes de Ohgiya, fue antes aprendiz de Gakuto y ahora es como un hermano para él junto con Ageha. Este chico es un cielo, le doy mi sello de calidad: es honesto, muy fiel a sus amigos, diestro en artes marciales, amable y muy directo. Está siempre lleno de energía, con una sonrisa en la cara y, cómo no, todos sus compañeros mayores le toman el pelo. Le gustaría ser uno de los cortesanos más populares de Yoshiwara, aunque su sueño de verdad es saber quiénes son sus verdaderos padres. ¡Si desean drama de huérfanos, pasen por aquí!


Ageha: Aprendiz de cortesano y a punto de debutar, está bajo la protección de Gakuto y es como un hermano pequeño para él y Utsusemi. Este muchacho es lo más puro y bello que podrás encontrar, y más teniendo en cuenta de que estamos hablando de gente que vive en burdeles: es inocente, tranquilo, amable, algo directo cuando da su opinión y nunca ha estado enamorado o con una mujer. Vamos, la ruta del virgen. Aun así, no está exenta de drama y emociones fuertes: Ageha tiene el “pequeño defecto” de ponerse muy meloso cuando se emborracha, hasta el punto de besar a Kiyoha en su segundo día en Yoshiwara. Además, al ser “una flor a punto de florecer”, nuestra protagonista las va a pasar canutas para poder estar con él, ya que al ser ambos novatos no se les permite estar juntos. ¡Romanticismo, adorabilidad y amor prohibido, todo en uno!

Musashi, triste porque no tiene ruta.
Musashi: Normalmente no hago esto, pero estoy muy cabreada, así que allá va. Musashi es el guardaespaldas y amigo de la infancia de Kiyoha. Uno de los pocos hombres de la isla, aunque nació en el continente, y el único varón que la protagonista ha visto en su vida. Es entregado, hábil con la espada, amable y muy cercano a su señora. Haría lo que fuera por ella. De hecho, hablando en plata, está enamorado de nuestra heroína. Durante todas las demás rutas vas viendo como el pobre muchacho lleva su amor no correspondido como buenamente puede. ¿Por qué he dicho al principio que normalmente no hago esto, y que estoy enfadada? Pues porque no tiene ruta. Ala, a pastar.

RESEÑA PERSONAL
Cuatro palabras: este juego es buenísimo. Ha sido una experiencia preciosa de principio a fin y, salvo por algún que otro punto concreto, se me ha hecho un otome muy dulce y memorable. Estoy especialmente sorprendida por el hecho de que me lo comprara porque me diera la risa tonta al pensar en tener un romance con prostitutos de la era Edo y al final terminé totalmente metida en cada uno de los argumentos de los muchachos.
The men of Yoshiwara: Ohgiya” tiene muchos puntos positivos: un arte estupendo y agradable a la vista, una interfaz del usuario muy acorde con la temática oriental y un gameplay muy claro y sencillo de entender. Obviamente, los personajes son un punto a favor del juego, y también la forma con la que han tratado los temas románticos y eróticos: solo hay un par de ocasiones donde la protagonista se encuentra en una situación que puede considerarse sexualmente no deseada y en ningún momento se trata como algo apetecible o positivo. Las escenas de cama me parecieron en todo momento escritas de tal forma que el sexo estaba siendo consensuado. Además, lo encontré todo escrito con buen gusto literario: en ningún momento encontré lenguaje soez, más bien al contrario, ya que todo eran metáforas y expresiones muy poéticas para decirte que fulano había insertado su “dongo” en el “bongo” de mengana.
Los puntos flacos que le encuentro son, mayormente, la música y algunos hilos argumentales. La banda sonora es preciosa, muy oriental y acorde al juego, pero repetitiva. Habrá como cinco piezas musicales que se repiten hasta la saciedad y acabé con la cabeza como un bombo en algunos momentos. Que, eh, las piezas musicales pegan en todo momento con las escenas que leemos; pero hay poca variedad y se me hicieron pesadas. Por otra parte, la traducción al inglés tiene algunos errores y me cortaba un poco el rollo en ciertos momentos. Finalmente, encontré patinazos en el argumento un poco decepcionantes. Para poneros un ejemplo, en la ruta de Ageha se habla mucho de un asesino anónimo que ha ido cargándose a gente del pueblo, pero al final se queda solo en una anécdota. Yo ya estaba esperando que lo del asesino fuera algo más recurrente pero… nada. Haceros a la idea de que si os metéis en una ruta y, por ejemplo, ahí la familia Somei acaba en bancarrota será algo solo de esa ruta porque en las demás tendremos otras cosas totalmente diferentes. Esto, que a algunos os puede dar igual, a mí me pareció desaprovechar la oportunidad de darle más cuerpo y vidilla al argumento general del juego. Porque no tiene un “argumento general”: eres Kiyoha y has ido a que te hagan un buen bombo, fin. Podrían haber puesto un hilo argumental común pero se han limitado a centrarse en las aventuras y desventuras de tu cortesano y lo dramático que es enamorarse de un señor que hace la calle.
Sin mencionar lo molesta que me dejó el tema de Musashi. En infinidad de ocasiones he jugado a un otome, he señalado a un maromo diciendo “éste es para mí” y me he encontrado que no tiene ruta. Nos ha pasado a casi todos, y es algo que tenemos que aceptar: jugar a un date sim es como ir a un restaurante, puedes pedir de todo siempre y cuando esté en la carta. Pero lo del guardaespaldas no tiene nombre, sencillamente: durante todas las rutas, todas, hay alguna escena de Musashi en la que te demuestra cuanto te quiere y le importas. Te dejan claro que el chico lo haría todo por ti, que siempre estará a tu lado y que es capaz de tragarse su orgullo por el bien de su señora. Con tantas demostraciones de que este chico bebe los jodidos vientos por Kiyoha, yo esperaba que iba a ser una ruta secreta. ¡Todo apuntaba a eso, de no ser así, no gastarían tantas líneas de guión en dejarme claro que el chico es la foto que te sale cuando buscas en el diccionario “amor no correspondido”! Pero no, al final nada. Te compraste el juego para ligar con los cortesanos, no con el único hombre que ha estado siempre ahí para ti en toda tu puñetera vida como Kiyoha Somei. Dadle una ruta a Musashi, por dios, se la ha ganado. Porque lo único que habéis conseguido es frustrar a los jugadores, y eso es feo.
En resumen, dejando de lado lo eternamente amargada que estoy por este último tema, es un juego altamente recomendado. Romance, drama, chicos guapos y kimonos; no se puede pedir más en la vida.

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