Shojos

¡Ponemos de vuelta y media a los manga “para chicas” más pastelosos!

Otomes

Analizamos juegos llenos de ikemen para vuestro gozo y disfrute.

Animes

Análisis y critiqueo de adaptaciones animadas de juegos otome.

Tiras cómicas

Yonkomas sobre anécdotas otome y demás chorradas del día a día de la ikemen-fan.

Revista Inari

¡Reseñas de #EvaPlaysOtomes anteriormente publicadas en esta revista online!

miércoles, 8 de marzo de 2017

Reseña Otome — My Secret Pets!

[Crítica originalmente publicada el 6 de Marzo de 2017 en Inari nº22]


¡Feliz 2017! Espero que lo poquito que llevamos de año os haya tratado bien. Pero lo más importante: ¡espero que los Reyes o Papá Noel os trajeran al menos algún otome! Y es que… ¿qué sería de esta sección sin nuestros queridos videojuegos de ligar con gente guapa? No sé vosotros, pero yo aproveché las rebajas de Steam todo lo que mi vacía cartera me permitió, y aprovechando que este mes la temática de Inari es libre, os voy a traer uno de estos juegos que tanto me gusta reseñar: corto y con una sinopsis de esas que te dejan con ganas de jugar ni que sea por las risas que te vas a echar con esa tontería. Porque… ¿qué haríais si vuestra pareja os dejara de un día para otro y al volver a casa vuestras mascotas se hubieran transformado en maromos de buen ver? ¡Para saber la respuesta, seguid leyendo!






INFORMACIÓN GENERAL
Título: My Secret Pets!
Desarrollador: Dogenzaka Lab
Idioma: Japonés, Inglés y Chino
Plataforma:  PC (disponible en Steam)
Datos extra: el juego puede considerarse +18 por sus numerosas escenas de contenido subido de tono, aunque en ningún momento vayamos a tener nada de material visual a parte de torsos masculinos al desnudo —sin pezón alguno. Del mismo estudio de videojuegos tenemos otros otomes, disponibles en Steam, entre ellos los dos juegos de “The Men of Yoshiwara” —uno de ellos, Ohgiya, ya reseñado en el número 18 de Revista Inari. Además, en el caso de “My Secret Pets!”, también podéis encontrarlo para Android sacado por “D3 PUBLISHER”.





ARGUMENTO
Como siempre, abrimos el telón con una heroína cuyo nombre predefinido es Jane Smith. No miento. Por favor, si vas a jugar a esto, ponedle otro nombre porque Jane Smith es lo más genérico y soso que he visto en un juego otome. Encima de que es incongruente porque el juego pasa en Japón, por lo que Jane Smith no solo es vago sino que contrasta de forma horrorosa con el hecho de que sus amigos se llamen Sachi o Yosuke. Así que a partir de ahora la llamaremos Ataúlfa di Angelo.
Es un domingo cualquiera pero Ataúlfa está destrozada: había quedado con su novio, Reito, pero éste de repente le dice que deben cortar. Sin darle más explicación y comportándose como un saco de basura, Reito le pega la patada a nuestra confusa heroína. Desolada, se vuelve a su casa: un apartamento encima de la tienda de animales de sus padres. Y es que Ataúlfa es una amante de los animalitos, y no solo sus padres venden pienso y cachorritos sino que ella misma tiene en el piso donde vive un porrón de mascotas. Así que nuestra protagonista, con el corazón roto porque la ha dejado el típico chico que se sale en Google si buscas “megane boy”, entra en su apartamento y se encuentra que… ¡hay en su sala de estar cuatro tíos que no conoce! Feliz ruptura, nena; parece que tienes que pasar página en cero coma porque a las protas de otomes se os pasa el arroz muy rápido si no…
Ataúlfa alucina en colores y en seguida se la informa amablemente de que esos señores de buen ver son, en realidad, sus mascotas: Assam el cerdo doméstico, Lufna el gato Azul Ruso, Ramin la cacatúa y Lize el conejito. Aunque ahora sus cuerpos les permitan andar a dos patas y rascarse los huevos a cinco dedos siguen siendo los mismos en cuanto a personalidad. Los cuatro muchachos duran callados menos que un profesor de Defensa contra las Artes Oscuras en dejar Hogwarts, y en seguida delatan sus intenciones al jugador: nos enteraremos de lo que es obvio, que están todos transformados en humanos por el fuerte deseo de querer beneficiarse a Ataúlfa-la-Mary-Sue. Porque, siento contaros que una de las moralejas de este juego es que vuestras mascotas, sí, VUESTRAS MASCOTAS, están enamoradas de vosotros. Amor romántico y sexual. Lo siento, yo no hago las normas, las hace Dogenzaka.
Con las cartas sobre la mesa, nuestra querida Ataúlfa di Angelo deberá escuchar a su corazón y escoger entre uno de sus animales o volver con el asqueroso de su ex. Detrás de eso, descubriremos el porqué de esta mágica transformación, las verdaderas razones tras la abrupta ruptura de Reito y Ataúlfa-chan y descubriremos quién es en realidad el que mueve los hilos de todos estos eventos.


PERSONAJES
Hoy os traigo una ancha selección de adorables animalitos, desde un pequeño conejito a un alto ejemplar de hombre blanco heterosexual común con gafas. Y es que si normalmente me gusta plantear esta sección como un “cierra los ojos, escucha a tu corazón y elije al primer tío que te guste, porque si no sale la cosa bien hay más de dónde éste salió”, con “My Secret Pets!” esto de multiplica: literalmente os invito a visitar el zoo que es este juego y escoger al “furry” que más os guste.


Assam: originalmente fue un cerdo doméstico, ahora transformado en un elegante rubio con aspiraciones de mayordomo. Es educado, atento y considerado. De hecho es uno de los pocos chicos considerados de todo este elenco, y si no haces su ruta, anima a Ataúlfa a seguir enamorada de su fichaje del momento porque él está ahí para apoyar a su dueña a conseguir la felicidad. Es un experto en preparar tés e infusiones y siempre está sirviendo bebidas a la protagonista o a cualquier invitado que entre por la puerta, sea bienvenido en la casa o no. Le causa mucho rechazo comer carne de cerdo por razones más que obvias. ¿Lo malo? Que cuando pensabais que iba a ser un muchacho decente, de esos que podéis presentar a vuestras madres sin preocuparos de que no les guste, va y hace algo horrible en medio de su ruta. No haré spoilers, pero… guionistas como estos son el motivo por el que no podemos tener cosas bonitas.


Lufna: originalmente fue un gato Azul Ruso, ahora transformado en la versión barata y con orejitas felinas de cualquier tsundere de otome. Es… sí, eso: va de duro y es un seco pero en realidad ama mucho a Ataúlfa, por dentro es más tierno que el pan de leche y quiere quedarse a nuestra protagonista para él solo. Podéis buscar la definición de “tsundere” por internet y me ahorráis tener que escribir estas descripciones por decimoséptima vez. También es todo lo que un gato suele ser: egocéntrico y caprichoso. Tiene sus momentos desconsiderados como, por ejemplo, entrar en las habitaciones sin picar porque esa casa es suya y cosas de estas a las que los dueños de felinos estáis acostumbrados. Y no tiene mucho más intríngulis. El “gijinka” de un gato, fin del misterio.


Ramin: originalmente fue una cacatúa, ahora transformado en un maromo con mirada experimentada y pinta de que le gusta que le llamen “daddy”. Es el mayor de los maromo-mascotas y el que más tiempo lleva conociendo a Ataúlfa. De hecho, al principio ambos se consideran mutuamente como hermanos, ya que Ramin vio crecer a la muchacha desde que tenía unos siete u ocho años. Es maduro, centrado y la voz de la razón; aunque eso no quita que tenga un lado pícaro. Usará como excusa para acercarse a Ataúlfa el querer poner celoso a su ex haciéndose pasar por el novio de ésta. Es la ruta de “deja de llamarme hermanita y mírame como la mujer que soy”, y para sorpresa de nadie, llevará enamorado de Ataúlfa-chan desde el minuto uno. Por cierto, sus alas son negras, lo que me hace pensar que u originalmente era una cacatúa negra o que al diseñador de este juego le gustó la idea de ponerle unas alas oscuras al amigo porque, no sé, lo hacía más sexy o algo.


Lize: originalmente un conejo doméstico, ahora transformado en un adorable muchacho con sonrisa de no haber roto un plato e intenciones sucias tras la mirada. Es el típico personaje que va de inocente y adorable por la vida pero en realidad es más peligroso que un saco de bombas. Es bastante mono y se las da de ingenuo pero sus directas como puñales traen de cabeza a Lufna —el único lo bastante tonto como para caer en las provocaciones del conejo. Va a por Ataúlfa con la tenacidad de un toro bravo, es muy competitivo y está muy seguro de que será él el que se ganará el corazón de su dueña. A parte de esto, es muy buen cocinero y se encarga de las comidas, aunque nunca te llegan a contar por qué un conejo se humaniza y de golpe es Ferrán Adrià. Tiene más secretos que la mayoría, por eso su ruta es la que más peso argumental tiene después de la ruta del ex. Y como último apunte, hay que destacar la ironía de que la “ruta del conejo” es la que menos escenas de sexo tiene. Un bonito toque humorístico, Dogenzaka.


Reito: originalmente un “novio común y corriente”, ahora transformado en un exnovio malvado al más puro estilo Scott Pilgrim, solo que aquí el ex malvado puede vencer. Es un pedazo de basura inmunda que no tiene dos dedos de frente. Se supone que quiere mucho a Ataúlfa y que llevaban juntos vete a saber cuántos años, pero no solo corta con ella sin dar un maldito motivo si no que después de eso la trata como si nada o tiene las narices de ponerse celoso si ésta coquetea con algún otro chico. Es sarcástico, un poco cínico y le gusta tomarle el pelo a su novia, pero —supuestamente— la quiere mucho. Sus motivos para cortar la relación son una soberana memez y, sinceramente, cualquier persona con un poco de sentido común hubiera hecho las cosas de otra forma. Pero “cualquier persona con sentido común” nos hubiera dejado sin juego otome bizarro así que mejor nos callamos y nos contentamos con Raito. La ruta de “vuelvo con mi ex pero de repente su pasado me abofetea en la cara aunque le sigo queriendo igual”. Con escena de sexo de reconciliación incluida.


RESEÑA PERSONAL
¿Habéis ido nunca a una fiesta de cumpleaños cuando ibais a primaria? Ya sabéis, de esas en las que un compañero de clase con el que no hablabais nunca os invitaba a ti y a los otros treinta y pico chavales del curso; fiestas en las que un porrón de críos llenos de malas ideas campaban a sus anchas y se juntaban en la mesa donde había pica-pica para jugar todos juntos a ser Dios. Yo recuerdo esos vasos con mezclas raras de CocaCola con Fanta limón, gaseosa, zumo de piña, agua del grifo y algún ganchito flotando en plan náufrago. Esos mejunjes infectos que parecían una buena idea en su preparación, pero a la hora de tragárselos eran algo infumable. ¿Sí, os hacéis un poco a la idea? Bien, porque me bebería dos litros de ese brebaje putrefacto si a cambio me libraran de volver a jugar a “My Secret Pets!” de nuevo.
No solo es malo: se me hizo aburrido aun teniendo una historia corta y tiene mil momentos en los que la corta mentalidad de los guionistas me incomodó. Solo les faltó, no sé, mandar a la prota a la cocina a hacernos un sándwich.
No todo es terrible. Miremos el lado bueno: los chicos son físicamente aceptables y la dificultad es lo suficientemente fácil como para que no tengamos que pasar por la molestia tener que rejugar o buscar una guía para sacarnos el final bueno a la primera. El argumento es corto y se divide durante las diferentes rutas de tal forma que para ver el cuadro completo tenemos que jugarlo entero. O esa es la teoría.
Porque uno de los hándicaps más gordos que le veo a este juego es el argumento. Y no por el tema de “ahora mi gato es un tío tsundere”, sino porque al empezar el juego te dejan elegir al tío que quieras. Hasta ahí todo bien. Lo malo es que la historia está diseñada para ser jugada en cierto orden. Querían que empezáramos con Assam y siguiéramos el orden en el que están los chicos colocados en el menú: Assam, Lufna, Ramin, Lize y Reito. Pero si no seguís ese orden se va todo al garete porque, por ejemplo, yo hice de los primeros a Lize y a Reito y… después de eso ya se te ha desvelado todo; y lo que no se ha desvelado, son spoilers que ya te los puedes ver venir. La trama está mal dividida, es poco interesante y los momentos románticos llenan muy poco —a no ser que os guste el rollo posesivo de “te acompaño a la uni porque no puedo dejarte sola” o “no mires a otros hombres”.
La protagonista es más simple que quitarse unas chanclas, los chicos por lo general son demasiado posesivos, la música es repetitiva y ni siquiera compensa el hecho de que sea un juego +18 porque las descripciones de las escenas de cama son todas iguales. Todas. Como tenga que volver a leer la misma escena otra vez, me pego un tiro. El erotismo murió con este juego.
Y no quiero entrar a hablar del arte. No es malo, he aprendido a no compararlo todo con “Code;Realize” porque no todos los juegos tienen un presupuesto inmenso para poder pagar artistas de ese calibre. Pero el arte de “My Secret Pets!” tiene delito y no por su estilo; si no por algo más básico: si vais a sacar una adaptación para pc de un juego pensado para móviles, pensad en que el formato de las ilustraciones CG no será el mismo. Todos los CG con los que me he encontrado estaban mal cortados o a medio dibujar por los lados. ¿Por qué? Porque el formato real de la ilustración era vertical. Al llevarlo al formato horizontal, o recortaban las partes superiores e inferiores de la imagen o, directamente, te colocaban el CG ahí en medio con las partes laterales a medio dibujar. Nunca olvidaré un CG de Assam en el que le falta un brazo.

Podría seguir. Podría hablaros de lo tedioso que se me hizo el gameplay, porque el juego está lleno de opciones de diálogo en la que ninguna sube puntos de romance, pero… Prefiero parar, respirar, y deciros que al menos si se compra de oferta sale barato. Pero, sinceramente, si queréis beneficiaros a algunos “furries”, hay juegos por ahí mucho más buenos. O si queréis una protagonista que cuando su novio empieza a manosearla diga que no quiere que la toquen para luego estar deseándolo, seguro que hay juegos por ahí con mejor dibujo y con protas igual de tontas. Jugad al Diabolic Lovers antes que a esto. Con esto os lo digo todo.

Y antes de despediros, quiero recordaros que aunque vaya a dar por cerrada una etapa muy importante de mi afición como escritora de críticas de videojuegos con la finalización de Revista Inari, #EvaPlaysOtomes va a seguir con sus reseñas bimensuales de otomes.
Para que no os perdáis ni una crítica, no dudéis en seguirme en el twitter de @EvaPlaysOtomes o de seguir el blog de Bleu Orchidée. ¡Muchas gracias por leerme todos estos años, espero seguir contando con vuestro apoyo y vuestras lecturas!

No hay comentarios :

Publicar un comentario